Andrés Torres Queiruga, español, es uno de los mayores teólogos del momento y contesta a los que quieren que Dios elimine la pandemia y los males de este mundo. Así responde: “No se quiere admitir, pero la pandemia actual no solo produce miedo sino que suscita también preguntas sobre Dios…
Mientras permanezca el prejuicio de que Dios si quisiera podría acabar con todo el mal de este mundo, nos vemos obligados a negar su poder y su bondad. Ya el antiguo filósofo Epicuro ponía el dilema: “Si Dios puede y no quiere, no es bueno; si Dios quiere y no puede, no es omnipotente”. En el Antiguo Testamento es constante el intervencionismo de Dios para bien del hombre o para castigarlo. Pero, ¿un mundo sin males es posible? Solo puede ser imaginado por mitos primitivos e infantiles. La idea de un mundo finito y sin mal es tan contradictoria como un círculo cuadrado. Los mismos científicos saben que un mundo perfecto es una utopía. No existe evolución sin conflictos y catástrofes. Dios respeta la autonomía de las leyes que rigen el mundo físico y la libertad humana. Ningún ser humano escapa del sufrimiento, de la muerte, de algún tipo de culpa, o de alguna injusticia porque somos limitados. Dios creó por amor a sus creaturas porque sabe que, a pesar del mal, la existencia vale la pena. Hay que reconocer que todo lo que sucede tiene siempre una causa intramundana. Dios vive entregado a su creación, con una presencia no evidente pero real, pero sin interferir porque respeta la autonomía de sus creaturas. El mal no es un castigo de Dios sino el peaje inevitable del crecimiento en toda existencia finita”.
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