
En una entrevista en la que se le preguntaba sobre el miedo a la muerte que en esta pandemia afectó a mucha gente el teólogo español contestó: “Solo la Iglesia puede dar consuelo, sentido y esperanza frente a la muerte. Quizás por eso nuestra cultura, hostil al cristianismo, tiende a ocultar la muerte. Hoy nos falta esa familiaridad con la muerte típica de épocas pasadas. San Francisco podía rezar: “bienvenida hermana muerte”. Siempre hubo quien se limitara a aquello de “comamos y bebamos que mañana moriremos”. Pero la cultura de hoy más bien nos dice: “comamos y bebamos porque nunca moriremos”.
Por eso ha sido tan fuerte el impacto del coronavirus; de repente hemos descubierto que somos mucho más frágiles de lo que creíamos. Nuestra sociedad ha creado el mito de la eterna juventud y todos tenemos una gana enorme de tragarnos ese mito. Sería mejor que miráramos esta vida como una especie de “embarazo consciente”; lo que significa que estamos aquí con una vida uterina para “hacernos” y crecer hacia una Vida plena, y no para quedarnos. La crisis del coronavirus está haciendo aflorar el lado religioso de mucha gente, pero hay un dicho que dice: “Solo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena”; esa religiosidad dura poco. Sin negar que mucha gente está percibiendo que el sentido de la vida no puede ser solo consumir y consumir y está en situación de búsqueda, lamentablemente creo que cuando pase el miedo de hoy volveremos a olvidarnos de santa Bárbara como nos hemos olvidado hoy de tantas crisis pasadas. Siempre tendemos a pensar que cualquier crisis o guerra ha sido la última. Nos resistimos a aprender la lección y a cambiar vida; y así cuando llegue la próxima crisis nos encontrará de nuevo desprevenidos”.
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