
El papa Francisco ha donado miles de euros a países afectados de Europa, ha regalado 600 mil mascarillas a China, donado respiradores e incubadoras, instalado comedores sociales en el Vaticano. Inclusive ha invitado a los 250 entre jefes de dicasterios, secretarios y otros prelados de la curia a donar un sueldo mensual. Pero también se ha preocupado por África.
Ha destinado 750 mil dólares a África, a través de un Fondo de emergencia. En ese continente pobre, el número de contagios aumenta cada día más. La ayuda será canalizada por la Iglesia. En África hay más de 74 mil religiosas y unos 46 mil sacerdotes que administran 7.274 hospitales y clínicas, 2.346 hogares para ancianos y personas vulnerables, 45 mil escuelas primarias que atienden a 19 millones de niños sobre todo en zonas rurales donde no llega el estado. Esta ayuda del Papa respalda el esfuerzo de los obispos italianos que han donado seis millones de euros para hospitales y capacitación de médicos en África. El Papa se ha dirigido a todos con palabras fuertes: “es el momento de ver al pobre como persona humana esté donde esté y no como parte del paisaje. No podemos seguir conformándonos con la limosna y las migajas que se tiran a los animales de la calle. Es el momento de contrarrestar la aparición de usureros y mercaderes del dinero, criminales humanos que serán la verdadera plaga del futuro social”. Francisco en Pascua volvió a pedir un alto al fuego global e inmediato; reducir o anular la deuda de los países más pobres; cesar de fabricar y vender armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para salvar vidas. El Papa se ha dirigido también por carta a los movimientos populares del mundo que más sufren la dureza de la pandemia para reivindicar sus “sagrados derechos” a la tierra, al techo, al trabajo y a la protección del estado; pide además un salario universal para los trabajadores más humildes y sin derechos.
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