
Alejandro Fernandez Barrajon, sacerdote mercedario, escribe en Religión Digital que en España “se asiste a un tsunami de la solidaridad que nos sorprende. Entre las cifras espeluznantes de muertos y contagios, salen a la luz gestos solidarios a los que no estamos acostumbrados, que creíamos desterrados de nuestra convivencia. Muchas empresas cambiaron su producción para adaptarse a la necesidad de la gente; producen mascarillas, respiradores, batas. Los sanitarios están desbordados por el trabajo en los hospitales hacinados de enfermos. Se multiplican los voluntarios. La gente aplaude a los sanitarios y los sanitarios a los policías. Sentimos que todos nos necesitamos. En la carretera aparecen buffet gratis para los camioneros que abastecen nuestros comercios; unas ong se acercan a la gente sola para brindarle apoyo; surgen teléfonos de apoyo sicológico; vecinos que recién ahora se conocen y se ayudan. Las redes sociales están llenas de mensajes positivos.. Muchos conventos de clausura de los que no se sabía nada, ahora abren sus puertas y vemos a monjas mayores concentradas en cocer mascarillas. Monjas clarisas que han regalado todos los dulces elaborados por ellas en su obrador, a los médicos y enfermeros del hospital. Se difuminan las diferencias y crecen los sentimientos de unidad y de perdón. Hay por todas partes una Iglesia samaritana. Finalmente, hemos descubierto que nos hacemos falta”.