El sacerdote Giuseppe Berardelli, de 72 años y enfermo del coronavirus, renunció a su respirador a favor de otro paciente más joven. El aparato escasea debido a la emergencia sanitaria en ciertas zonas de Italia del norte. La comunidad de Berardelli gestionaba un centro de ayuda a familias vulnerables.

Ya han muerto 24 médicos en Italia (con cinco mil contagiados entre el personal sanitario), pero también 67 sacerdotes. El Papa reivindicó “los ejemplos de heroicidad de médicos, enfermeros y sacerdotes que inclusive han muerto por atender a enfermos”. Fallecieron de coronavirus 13 misioneros xaverianos en Parma, muchos de ellos reduces de misiones en África, Asia, América Latina. En Roma ha habido 60 monjas de san Camilo infectadas en dos monasterios. En la fórmula de su profesión religiosa los hijos y las hijas de san Camilo desde los tiempos del santo (siglo 16), hacen un cuarto voto de cuidar a los enfermos incluso con peligro de la propia vida. El diario del Vaticano “L´Osservatore Romano” suspendió sus ediciones impresas a partir del 26 de marzo; ya hay contagiados también en el Vaticano. Lo que no pudo ni Hitler (que en 1938 había sugerido a Mussolini suprimir el diario por la cuestión racial) ni las dos guerras mundiales, pudo el virus. Frente a esta situación desde el Vaticano el arzobispo Vincenzo Paglia de la Pontificia Academia por la Vida reivindicó “una estrategia global en Europa, coordinada, como se hizo con el cambio climático. Esto se derrota con los anticuerpos de la solidaridad. Ningún gobierno, ninguna sociedad, ninguna comunidad científica pueden considerarse autosuficientes y autorreferenciales”. El Papa dijo que a la pandemia de este virus hay que responder con “una pandemia de oraciones”. Para el 25 de marzo convocó a todos los católicos e iglesias cristianas para rezar juntos el Padre Nuestro a mediodía. El 27 de marzo presidió la oración en San Pedro con la plaza vacía y dió la bendición con el Santísimo a la ciudad y al mundo.