(opinión) Un virus nos llevó a casa 

Lic. Sebastián Mas (1)

Estamos viviendo un tiempo demasiado complejo como humanidad, y por lo tanto, los análisis que podamos realizar también nos exigen complejidad. Como todo campo de conocimiento se puede analizar desde perspectivas diferentes. Esta reflexión tendrá como categorías de análisis el ocio y el tiempo libre.
En una sociedad estresada en dónde las personas que están dentro del sistema de trabajo, del capital y de  redes, que de algún modo la sociedad las ubica como dentro – como no excluidos – es muy común la vivencia de sentir que se añora un tiempo de hogar, un tiempo para estar en casa.

Un virus no esperado, contrariamente a lo que planteaba el filósofo Byung – Chul Han, en su gran libro, La sociedad del cansancio, publicado hace 10 años: “Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. (…) A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP), o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. (Chul Han, 2017)

Este virus no esperado, logró amenazarnos, matar a 39.033 personas al día de hoy (ndr.: 31 de marzo) y obligó al mundo a entrar en un aislamiento recomendado, en algunos lugares, obligatorio por los estados en otros.

Como sea, nos vimos, todos a la vez, de nuevo en casa. No en vacaciones, que muchas veces se llenan de actividades y de programas, si no, en casa. De alguna manera se nos devolvió el tiempo. Claro que hay trabajo realizado desde plataformas informáticas y conexión on-line. Lo que sucede es que comienza a circular entre la gente un cierto malestar al correr de los días. Surgen propuestas alucinantes de los grandes museos del mundo para recorrer, libros que se disponen en forma gratuita, conciertos desde las casas de nuestros ídolos, que nos dan una sensación de cercanía e intimidad. Todo esto es muy positivo y genera una gran circulación cultural. Daría para otro artículo pensar el uso nuevo, de los no tan nuevos dispositivos tecnológicos, para la educación formal y no formal, la videollamada como elemento de comunicación para aulas y consultorios virtuales.

Este fenómeno lo podemos analizar revisando los conceptos de tiempo libre y de ocio. En ocasiones éstos se confunden pero no son lo mismo. En una organización de la vida desde el trabajo, el tiempo libre se vive como aquel tiempo que nos queda luego de la jornada laboral.  Manuel Cuenca, catedrático de la Universidad de Deusto y experto en estos temas plantea: “El ocio, entendido como experiencia con valor en sí misma, se diferencia de otras vivencias por esta capacidad de sentido y su potencialidad para fomentar el desarrollo personal” (Cuenca, 2019) 

El ocio es la manera subjetiva en que sentimos y vivimos ese tiempo. Aunque se puede tener burbujas de ocio también en tiempo de trabajo. Por contrapartida se puede tener una vivencia del tiempo libre sin una experiencia de ocio y por lo tanto una experiencia de aburrimiento y vacío. Esta es una de las causas que Chul Han introduce en el libro antes citado, la hipótesis del exceso de positividad en tanto se repele todo lo que es extraño (Chul Han, 2017).

Una de las tentaciones en términos de lo útil, de lo que sirve, de lo que rinde, puede ser tapar ese vacío o aburrimiento con actividad permanente y tener que estar siempre divertidos, siempre entre-tenidos. Justamente considero que eso es lo que nos está pasando, entre otras cosas por cómo se ha estructurado el tiempo en nuestra sociedad del trabajo y por cómo se estructura también la felicidad en la sociedad del éxito.

La pregunta que nos interpela es cómo estamos viviendo nuestra vida que nos produce cierta angustia encontrarnos con nosotros mismos en casa, encontrarnos con nuestra familia y tener todo el tiempo para compartir juntos. ¿No se abren nuevas posibilidades de cuidado, de encuentro? ¿No se están conjugando momentos de home-office junto a tiempo presencial, lúdico, gastronómico, que quienes viven con nosotros nos reclaman?

¿No hay tiempo ahora para poder descansar, retomar viejos hobbies, abrir cajones olvidados y ordenarlos?

Todo tiempo de crisis es tiempo de posibilidad. Muchos mensajes circulan en estos días sobre que la humanidad no va a ser la misma luego del COVID-19, puede ser cierto y ojalá así sea, pero va a depender de la actitud que tomemos después que todo pase. Que este tiempo de aislamiento, de introspección y de encuentro nos animen a no tenerle miedo al tiempo libre y a recuperar momentos de ocio, que tanto bien nos hacen como especie y que tan devaluados están por la sociedad del éxito.

 

(1) Licenciado en Educación – Técnico en Educación Social – Énfasis en Tiempo libre y recreación.

 

 

 

Referencias: 

Chul Han, Byugn, 2017 – La sociedad del cansancio. Herder. España.

 

Cuenca, Manuel , 2019 – Pedagogía del Ocio: Modelos y Propuestas. Bilbao: Universidad de Deusto.