El obispo emérito de Xingu en plena Amazonia, Erwin Krautler, es conocido por su lucha en favor de los indígenas; ha sido amenazado de muerte varias veces y es acompañado por una escolta policial las 24 horas del día. Es también uno de los artífices del Sínodo Amazónico. Desde siempre es favorable a la ordenación de hombres casados en zonas remotas y del diaconado femenino.
Krautler lamentó que no se haya encontrado una solución a la falta de curas para la celebración de la misa en las comunidades. “La abolición del celibato no era el tema, sino la celebración de la Eucaristía en miles de comunidades”. Describe la situación de una diócesis: “Hay 30 curas para una diócesis del tamaño de Alemania y unas 800 comunidades dispersas en ese inmenso territorio. No podemos decir que nuestra Iglesia, en lo que respecta a sacerdotes, esté presente en las comunidades. Los curas siempre están viajando de una comunidad a otra”. Cuenta como visitó hace poco, con 80 años encima, una comunidad ubicada a más de mil kilómetros de Altamira donde reside. Explica: “los curas itinerantes no tienen la misma relación con las comunidades locales que aquellos que residen allí, como los pastores evangélicos; eso explica su rápida expansión. El diaconado femenino era para consagrar una situación que ya se da de hecho; en el Amazonas el 80% de las comunidades sin cura están dirigidas por mujeres”. También otros obispos amazónicos admitieron cierta desilusiòn. “Soñamos los mismos sueños que el Papa, pero queríamos despertarnos y ver caminos libres para actuar con mayor coraje y confianza”, dijo el obispo de Humaità Meinrad Merkel.
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