La protagonista de esta hermosa película no es la Iglesia sino una joven etíope refugiada, de 14 años. Desembarcó con sus padres en Lampedusa, pero después perdió el contacto con ellos. Fue a parar a un monasterio alpino a más de 2 mil metros de altura, con otros refugiados sin papeles. La película es en blanco y negro y tiene un fuerte contenido social en una Europa fría, insensible a las angustias de los emigrantes africanos.