En ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, el Papa envió un Mensaje al Director General de la FAO señor Qu Dongyu, que dice: “Frente a 820 millones de personas que padecen el hambre tenemos del otro lado de la balanza a 700 millones de personas que sufren de sobrepeso, víctimas de costumbres alimentarias excesivas…
…Es necesario volver a la simpleza y sobriedad de vida. Hay que terminar de tratar los alimentos con la lógica del mercado, como simples productos que se comercian. Para terminar con el hambre y la mala alimentación, es necesario cambiar estilo de vida practicando la templanza, la moderación, la abstinencia, el dominio de sí y la solidaridad. Es cruel, injusto y paradójico que haya alimentos para todos y no todos puedan acceder a los mismos; y haya regiones donde los alimentos son derrochados, tirados, consumidos en exceso. Los que acumulan a desmesura y derrochan, lo hacen con el pan de los pobres”. Efectivamente en América Latina son 127 millones de toneladas de alimentos que cada año se pierden o desperdician; lo que supone un costo de 97 mil millones de dólares. Es el 34% del total producido. Ese desperdicio se da a lo largo de la cadena de producción, procesamiento, almacenamiento, distribución y consumo. A nivel global son 1.300 millones de toneladas por año; un tercio de lo que se produce para el consumo humano.