Hablando a una Fundación de Médicos, el Papa recordó que “se puede y se debe resistir a la tentación, a veces promovida por cambios legislativos, de usar la medicina para secundar una posible voluntad de muerte del enfermo, con la asistencia al suicidio o causando directamente la muerte con la eutanasia. Se trata de opciones expeditivas; hay que acompañar a cada enfermo respetando su dignidad y fragilidad. No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún médico puede hacerse defensor de un derecho inexistente. Hay que recordar siempre la dimensión ética de la profesión médica según el antiguo y siempre actual juramento de Hipócrates, según el cual el médico debe comprometerse en el respeto absoluto de la vida humana, que es sagrada”.