En 2018 el déficit del Vaticano ha alcanzado los 70 millones de euros, dos veces mayor que el año anterior, según afirma el Wall Street Journal. Hace seis años el Papa se había comprometido a regularizar las cuentas del Vaticano y aún no lo ha logrado plenamente. El cardenal George Pell que estaba a cargo de la Secretaría de Economía, no ha sido aún reemplazado. Ahora el Papa ha encargado al cardenal alemán Reinhard Marx “estudiar todas las medidas necesarias para proteger el futuro económico de la Santa Sede y tratar de que se concreten cuanto antes”. El Papa quiere implementar medidas de austeridad para superar la deuda millonaria, pero sin que haya despidos. El 45% del presupuesto va para los sueldos pero, según los expertos, el Vaticano tiene un número excesivo de dependientes, una flota de coches sobredimensionada, inmuebles mal administrados, alquileres no recaudados… El cardenal Marx ha convocado para una reunión extraordinaria a todos los jefes de departamento el 20 de setiembre con el fin de enfrentar este problema. Por otra parte, el IOR o banco del Vaticano, invirtió el año pasado en empresas que cumplen estrictamente con la doctrina social de la Iglesia tal como deseaba el Papa y con una clara apuesta a la transparencia en cuanto a las normas internacionales. Europa reconoció los avances del Vaticano y respaldó las reformas impulsadas por Francisco.