La noche del 20 de junio de 1969 el papa Pablo VI miró largamente la luna desde el telescopio de Castel Gandolfo y después siguió por televisión el alunizaje de la Apolo 11. Al finalizar envió un mensaje a Armstrong, Aldrin y Collins (a los que recibirá en audiencia especial en octubre del mismo año): “Gloria a Dios en lo alto de los cielos. Saludos y bendiciones a ustedes conquistadores de la luna, pálida luz de nuestras noches y nuestro sueños..”. Aldrin y Armstrong dejaron sobre la luna, junto a otros mensajes, una lámina de oro que les había confiado Pablo VI, en la que estaba grabado el salmo 8 (“cuando miro el cielo obra de tus manos..”). Los astronautas habían sido lanzados desde Cape Canaveral (Florida) sobre un cohete de 110 metros de altura con dos mil toneladas de peso.