
Ha sucedido en Italia. Giulia Brazzo de 30 años ha pasado siete años en estado vegetativo, irreversible según los médicos. Su madre seguía hablando con ella, la vestía cada día y la perfumaba, celebraba sus cumpleaños con fiesta y regalos, la llevaba afuera a tomar sol, dormía en contacto de piel con su hija. Hasta que un día Giulia levantó una mano y acarició a su madre. Ahora Giulia ha vuelto a ser normal; habla y es lúcida y consciente. Piensa en casarse. La madre confiesa haber sido desalentada por muchas personas, pero lo que la movía era haber prometido a su hija que nunca la abandonaría.