(editorial): No podemos quedarnos al margen

A partir del 1 de setiembre, fecha en la que se estableció la Jornada Mundial de oración por el cuidado de la Creación, y hasta el 4 de octubre la Iglesia está celebrando El Tiempo de la Creación.

Desde Umbrales saludamos y adherimos a las numerosas iniciativas que en tal sentido han surgido de las diversas comunidades presentes en Uruguay y en latinoamérica. Reconocemos también los esfuerzos provenientes de tantas organizaciones -no necesariamente cristianas- que trabajan por el cuidado de nuestra Casa Común, y damos gracias por el don de la vida y por la Creación.

Recientemente, y en coincidencia con el 50vo. aniversario de Medellín, se ha realizado el III Congreso Continental de Teología, organizado por Amerindia y UCA en San Salvador. Haciendo memoria de aquel encuentro inspirador del episcopado latinoamericano de 1968 y al referirse a la relación entre Medellín y la encíclica Laudato Si’, el teólogo Leonardo Boff afirmaba que, en la Iglesia latinoamericana “Medellín fue el bautismo, Puebla fue la confirmación y Laudato Si’, si no cuidamos la Tierra, será la extremaunción”.
En este sentido, las comunidades cristianas, parroquias y comunidades educativas, debemos comprometernos en una mayor vivencia espiritual de la Casa Común, y en una educación para un desarrollo sostenible.

La teóloga brasilera Maria Clara L. Bingemer, durante el Congreso señaló que, a la luz de Medellín, “Desde este continente donde la pobreza todavía es una triste realidad, donde la injusticia y la violencia cuentan sus víctimas cada día, donde las discriminaciones de todo tipo siguen sucediendo de forma cruel, donde la Madre Tierra es maltratada y agredida poniendo en riesgo toda la Creación, no es posible vivir una mística que sea fruición impune de las delicias y maravillas de los misterios eternos”.

También en Uruguay es muy evidente la necesidad de hacer visible y discutir todo lo relacionado al medio ambiente y al uso de recursos naturales y los impactos generados. La tradición de la Doctrina Social de la Iglesia puede iluminar estas discusiones, así como facilitar posibles caminos que permitan resolver los conflictos que se vienen. No se trata de caminos técnicos o políticos, sino de contribuciones de orden cultural, ético y espiritual.

Acerca de la proyectada instalación de más plantas de producción de celulosa a orillas de los cansados ríos de la región, recordamos las palabras del querido obispo Julio Bonino: «es un tiempo donde tenemos que estar despiertos. Debemos sopesar el valor de lo que se está poniendo en juego, la sustentabilidad en el tiempo de lo que tenemos. El monocultivo, la extranjerización de la tierra y la concentración de la misma, no son una buena noticia para un pueblo…. El monocultivo nunca es una perspectiva bondadosa para un país que quiere ser natural y productor de alimentos».

Involucrarnos en estas cuestiones es un mandato histórico, los cristianos no podemos quedarnos al margen, no podemos lavarnos las manos.