Uno de los dramas de la Iglesia hoy es la disminución del clero y la crisis de la vida religiosa. En Europa, continente que evangelizó en otras épocas a las Américas y a gran parte de África y de Asia, las parroquias se cierran, lo seminarios y conventos se venden. Es como una “viña devastada”, según la expresión del Papa Benedicto. En España, país católico por excelencia, los curas que mueren duplican a los que se ordenan; dentro de 10 años el número de presbíteros se reducirá a la mitad. En compensación aumentan las vocaciones en África y en Asia. Con una mirada evangélica el cardenal africano Francis Arinze ha dicho: “En las sociedades ricas los jóvenes crecen alimentando aspiraciones de una vida cómoda y materialista. Y en la naturaleza humana hay una tendencia a olvidar a Dios cuando hay abundancia de bienes materiales”. Efectivamente el Evangelio habla de los peligros de la riqueza. El consumismo apaga los profundos anhelos que nos conectan con Dios y con el prójimo. Por otra parte, no hay que olvidar que estamos dejando atrás la época de la Cristiandad donde todos eran católicos simplemente por tradición. Los escándalos de pedofilia eclesiástica han hecho también mucho mal a la Iglesia, sin generalizar ni querer olvidar el bien inmenso, insustituible, que sigue haciendo la Iglesia. ¿Pero no será también un escándalo, como lo denuncia el Papa, que haya obispos que viven en palacios, clérigos que se codean con los poderosos, buscando privilegios que la mayoría de la gente no tiene, pastores funcionarios y carreristas, institutos religiosos que manejan mucho dinero y tienen una vida más que asegurada? ¿No será también, como denuncia el Papa, que no se da una Iglesia más ministerial y participativa debido al excesivo poder clerical? Según muchos analistas religiosos, el cambio más urgente en la Iglesia es la renovación del clero. Llama la atención cómo el papa Francisco va indicando figuras proféticas de sacerdotes como modelos para nuestro tiempo. Figuras incómodas y evangélicas como Lorenzo Milani, Primo Mazzolari, Zeno Saltini, Tonino Bello y entre nosotros Oscar Romero, Enrique Angelelli, Jorge Novak, el cura Brochero, y en Uruguay el padre Cacho. Modelos de una Iglesia “en salida”. Por eso el Papa el 29 de enero ha promulgado un importante documento (“El gozo de la verdad”) donde propone una “renovación valiente de los estudios eclesiásticos” y hasta una “revolución cultural” en los seminarios y universidades católicas en orden a una Iglesia “en salida”. Propone como puntos fuertes el primer anuncio de Jesús (kerigma), el diálogo en todos los niveles y una cultura del encuentro, la creación de redes, una teología más pastoral, un estudio interdisciplinario para detectar los signos de los tiempos hoy, el estudio obligatorio del magisterio social, la opción por los pobres y los últimos, en orden a una civilización del amor. Muchos jóvenes no quieren ser curas hoy como funcionarios de lo sagrado en una Iglesia clerical. Seguir a Jesús es asumir su forma de vida, sus conflictos, sus proyectos, su entrega, su pobreza. Si Dios se rebajó hasta llegar a ser “uno de tantos”, ¿por qué la Iglesia no se despoja también de rangos, dignidades y privilegios para hacerse cercana a las personas, sobre todo a los más desprotegidos?
Un comentario sobre “(editorial) UNA IGLESIA “EN SALIDA””
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Había un hombre que tenía una doctrina.
Una doctrina que llevaba en el pecho,
una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
Y la doctrina creció.
Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció.
Y tuvo que llevarla a una casa muy grande.
Entonces nació el templo.
Y el templo creció.
Y se comió al arca, al hombre
y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
Luego vino otro hombre que dijo:
El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su sangre,
que la haga carne de su cuerpo… y que su cuerpo sea
bolsillo, arca y templo.
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