Fue llamado a su PASCUA el obispo Julio Bonino

Querido por todos, el Obispo de Tacuarembó, reconocido por sus valientes opciones a favor de los más necesitados y las causas del medioambiente, falleció en la noche del 8 de agosto, a los 70 años de edad. Sus restos fueron velados en la Iglesia Catedral de  Tacuarembó.

Nacido el 2 de febrero de 1947 en Santa Lucía, Departamento de Canelones, se decidió por entrar al Seminario a sus 18 años de edad, en medio de la efervescencia que estaba provocando la convocatoria al II Concilio del Vaticano. Ordenado sacerdote diocesano el 26 de mayo de 1974, comienza sus labores pastorales en humildes parroquias del departamento canario. Fue justamente en el Hogar de La Huella, aquel fundado por Luis Pérez Aguirre y rodeado de chiquilines, que recibe la noticia de su nombramiento como Obispo de Tacuarembó.

En la diócesis del norte, se destacará por su perfil pastoral, amor por las tradiciones gauchescas, por la cultura guaraní y por su apoyo a las causas populares y ambientales. En este último ítem, destaca su decisivo apoyo a la Comisión por la vida y el agua, en contra de los proyectos de megaminería a cielo abierto.

En lo particular conocí a Julio en los Encuentros de Diócesis de Frontera, a mediados de los años 90s. donde ya se le escuchaba acerca de su interés por el Acuífero Guaraní. Luego, compartimos muchas actividades cuando le tocó presidir Cáritas del Uruguay desde donde se mostró siempre muy activo para promover iniciativas de economía solidaria. También tuvo un rol protagónico en la convocatoria al último encuentro nacional de Comunidades de Base, instancia en la que nos emocionaría a todos con sus gestos de humildad y sencillez misionera. En otras tantas actividades coincidiríamos para conversar e intercambiar sobre el rol de la Iglesia en materia social o sobre el impacto de Laudato Si, Encíclica que le caería como anillo al dedo.

Cuando en el marco de mi investigación sobre sacerdocio y vocación, recientemente finalizada, le pedíamos a los curas que nos mencionaran nombres de sacerdotes que entendieran como referentes, el de Julio fue de los más reiterados. Querido por sus pares y por el Pueblo de Dios como pocos, seguramente se le extrañará. Pero sabemos que junto al Padre nos seguirá bendiciendo. Su acordeón sonará más fuerte que nunca.

 

Pablo Guerra