PARAGUAY: LUGO Y CURUGUATY

2018: ¿reelección?

Llamó la atención que el ex obispo y ex presidente Fernando Lugo se aliara con los políticos colorados que lo destituyeron en 2012 y con el actual multimillonario empresario Horacio Cartes, también del partido colorado, presidente del país. El motivo es que Lugo con su partido, el Frente Guazú (=grande), también busca promover la enmienda constitucional que le permita ser reelegido como presidente. El gobierno de Lugo fue seguramente más popular que los gobiernos colorados anteriores y, aunque no cumplió todo lo prometido, promovió la salud pública gratuita, mejoró las políticas de asistencia a los sectores humildes y vulnerables de la población y desde el estado le dio una proyección popular a la cultura. Su mayor error fue descuidar la alianza con sus socios liberales, creyendo que la izquierda tendría la fuerza suficiente para sostenerlo. Pero fue la masacre de Curuguaty del 15 de junio de 2012, que dejó 11 campesinos y 6 policías muertos, fruto de una refriega entre policías y campesinos que ocupaban tierras, la que fue maquiavélicamente aprovechada por la oposición para destronar a Lugo del poder con un golpe parlamentario revestido de juicio político. Es por eso que Lugo reivindica el gobierno ya que no se le dio la posibilidad de ejercerlo; sobre él no recayó ningún cargo por la masacre. De hecho el juicio sobre la masacre fue una farsa. Solo fueron condenados a la cárcel los campesinos, reafirmando la imagen de una justicia totalmente sometida al poder político y económico que había dado el golpe contra Lugo. Lo que descalifica a Lugo ahora -para mucha gente- es su incoherencia, ya que él siempre mantuvo una postura contraria a cualquier enmienda de la Constitución; y se lamenta además  su alianza con los colorados por puro calculo político. En medio de una creciente indignación ciudadana, sobre todo contra el gobierno acusado de corrupto de Cartes, éste se vio obligado, tras recibir una exhortación del papa Francisco y de la embajada de Estados Unidos, a convocar a una mesa de diálogo de la cual todavía no se ha visto ningún resultado. La Iglesia paraguaya, por boca del arzobispo de Asunción Eduardo Valenzuela, se declaró a favor de “la continuación del diálogo y no del ausentismo y la sordera”.